Algún día recordara que en casa de su abuela estaban todas sus cosas, igual que en casa de sus padres por que aquí vivió durante tres años.
Algún día recordara un barco de color morado, que servia para medir la temperatura del agua de su baño diario, un neceser con todas sus cremas y aceites, su champú, y su gel de baño, su cepillo y su peine del pelo, sus cosas , para estar mas limpia y mas guapa si es que eso es posible.
Una toalla amarilla con una capucha de cabeza de patito, que se queda a la altura de la frente haciéndola mas graciosa aun si cabe, siendo la patita mas linda del mundo, y sus toallas rosas inconfundibles de las demás , por que solo son de ella.
Sus pijamas por si su mama se retrasaba en venir a recogerla, y sus papillas dispuestas para la ultima toma del día.
Recordara que fue la reina de la casa, y que a veces su abuela estaba cansada, y la reñía al acercarse a los enchufes, o a los cajones de la cocina donde se guardan cosas peligrosas.
Recordara la manta amarilla de su cuna, y la caja de música que antes sirvió para dormir a su papa, a la hora de las siestas, y calidamente la acercaba al país de los sueños, y al despertar veía la gran sonrisa que su abuela le y dedicaba al abrir sus ojitos soñadores.
Y es que un bebe en un hogar de adultos siempre es un regalo, aunque a veces el llanto hace que cualquiera se desespere sin saber que le pasaba, y al cojerla en brazos te regale la mejor de sus sonrisas , y se pasen todas sus penas.
Hablo con ella de los pájaros y las flores, y le cuento lo buena que esta el agua, y las galletas, sus caricias y su vocecilla llamando a su mamá y su papá, y algún día me llamara a mí, algún día sabrá que yo soy su abuela, la que más la ha deseado, querido y soñado.