Desde que Andrea
comenzó a venir a mi casa de la playa, empecé a medirla, para ver lo que
crecía de un año para otro.
Como mi marido cada vez
que ve un arañazito con un lápiz, o
simplemente algo rozado, va a por el
bote de pintura, y brocha en manos se pone a dejarlo todo impecable, yo decidí
poner las marcas de su crecimiento detrás de la puerta de su cuarto, en
el marco de la puesta, con lápiz, y muy flojito que solo nosotras percibiéramos
lo que era, y allí estaban las marcas,
esas marcas con el año y el mes de su llegada, y que tanta ilusión le hacía
ver lo que había crecido en el último año.
Ayer mi marido, sin
consultarme, y como estaba aburrido se puso a pintar armarios por dentro, y de
paso, sin decirme nada, pinto las marcas que mi niña y yo habíamos hecho
durante cinco años, y yo que permanecía aquí en el salón viendo una peli pensé…
¿ no habrá quitado las marcas de Andrea? Y sali pitando a ver si se le había
ocurrido semejante cosas y... pues sí, claro que se le había ocurrido, allí no
queda nada de esos años, de sus medidas, ni de las fechas que ella pasaba aquí.
Y me enfade, me enfade
mucho, pero ya nada pude hacer, el decía que apenas se notaba, y que en el último
verano no se había medido, y ya no tiene
remedio.
La niña cuando venga (si
es que quiere venir) buscara las marcas que hicimos durante los años de
vacaciones, ahora miro detrás de la puerta y no veo como era mi niña cuando
apareció aquí tan pequeña, y como desde que se puso en pie quiso saber lo
grande que era con tres años hasta los ocho que tiene ahora.
La falta de información de ambos llevo a ello, pero bueno habrá nuevas marcas
ResponderEliminarAbrazo
Si amiga, pero aunque haya más marcas, las primeras, esas ya no estarán, pero bueno, nada se puede hacer, y en el fondo no es tan importante.
ResponderEliminarGracias por tu visita y tu comentario. Un abrazo.