Ya estábamos preparados para regresar a Madrid, la niña me dijo "Yaya, playa", yo a sabiendas que estaba mintiendo le dije “ ahora volvemos.
Ella se sentó en su sillita del coche, con los ojos llenos de mar y sus rizos jugando con el viento.
Pusimos la música por que a ella le gusta, pero seguia mirando la playa, y el alegre color de las sombrillas, ella no bailaba, ni movía sus manitas al compás de la música, solo miraba, y sus ojos se volvieron azules de mar y cielo.
Yo la iba mirando por el retrovisor, y la vi muy seria, y de pronto vi que en silencio se ponía hacer pucheros, y sus ojos enrojecieron dejando escapar una lagrima, yo me volví y le pregunte ¿ qué té pasa cariño?
Entonces ella, con su manita señalo por la ventanilla del coche, y yo mire en la dirección que ella decía y vi... que el mar ya había desaparecido, y ella con un gemido dijo... Yaya, playa.