EL SUEÑO DE ANDREA
Sus ojos se fueron cerrando lentamente, como el sol marchándose en el ocaso cada tarde, y dejando a oscuras las almas que se pasean por la noche.
Las persianas de sus pestañas descansaban sobre sus parpados cerrados, que aun trataban de abrirse sin responder al impulso de sus días libres, y de sus sueños rodeados de lunnis y muñecos de trapo.
Mi niña tierna, de andar alegre, de risas fáciles, de besos dulces, como te añorare en septiembre, cuando cambies mis días por la guardería, y mi tiempo sea solo mío, en la añoranza del tiempo de diré que te amo siempre, y no dejare que te marches de mi jamás.
Bellísima expresión de amor maternal.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si la niña de mis ojos que ya creció. Así es la vida. Gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarPase a visitarte una vez más para disfrutar de tu sensacional y afectuoso relato que me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Muchas gracias Ricardo. Un abrazo.
ResponderEliminarLola, es una preciosa entrada, mágica diría yo. Cuantos recuerdos quedan seleccionados y guardados para expandir en el tiempo. Un abrazo.
ResponderEliminarAsí es amiga Marina, el tiempo ha pasado, ella ha crecido tanto como mi amor, ahora la veo menos, ahora apenas se escribir de lo que siento. Me llegara la emocion al verla, entonces escribire, y mi otro yo empezara a vivir. Un beso.
EliminarQue preciosura de nieta tienes, cuanto se les quiere y extraña.
ResponderEliminarAbrazos.